Por Facu Gari
En el laburo suelen haber reuniones con clientes. El caso es que la semana pasada una de mis jefas me consultó si tenía libre tal día para agendar una, y sí, tenía disponibilidad plena. Entonces ella dijo: “Ingame es a las 14, ¿no?”, atenta a que lo jugamos en grupo en las sobremesas. Utilizo la anécdota para referir cuánto se instaló este juego en nuestra cotidianidad, desde su relanzamiento en la segunda mitad del año pasado.
Ingame es un juego de preguntas y respuestas montado en una app que se desarrolla como si fuese un programa televisivo en vivo pero en el celular: allí vemos a un presentador que nos cuenta las reglas, nos comenta las novedades y arranca la faena de leer las doce preguntas para que elijamos, entre tres, la respuesta correcta. Diez segundos corren entre que la pregunta aparece en la pantalla hasta que ya no podamos responderla, por lo que el googleo queda sesgado a los dedos veloces. De todos modos, no todas las preguntas son fácilmente “googleables”.
Si no tenemos (yeite gamer alert) “vidas” —que se obtienen invitando gente a participar o cumpliendo ciertas premisas, como el visionado de videos publicitarios o la participación ininterrumpida en el juego—, errar significa quedar fuera de combate, aunque podamos seguir viendo la emisión para “jugar” a la vieja usanza del otro lado de la pantalla; es decir, sin participar por los premios. Porque sí, hay premios: cinco mil pesos que se dividen entre quienes responden la docena como corresponde. Si gana une, se lleva el botín completo. Si ganan cien, cada cual obtiene 50 pesos. Cuando un jugador alcanza el mínimo de 500 pesos puede retirar el dinero a través de su cuenta personal de Mercado Pago.
No es fácil. Algunas emisiones lo han sido, pero en general se hace cuesta arriba: las preguntas son de interés general y no se circunscriben a una “cultura generacional”. Las hay de deportes, historia, actualidad, series, política, geografía y lo que venga. Eso cuando no es viernes: de un tiempo a esta parte, los viernes están dedicados a especiales temáticos, también variados: puede haber un especial sobre Harry Potter y luego otro sobre rock argentino.
Ingame tiene dos emisiones (que responden a “tiempos muertos” de la audiencia a la que apuntan): en el horario de las 14, lo conduce el instagramer Santiago Maratea; en el de las 21:30, la actriz Ornella De Luca; con cameos estivales del comediante Pablo Molinari y Mario Pergolini, también uno de los dueños de la firma detrás del juego, la empresa Dift.co, que se dedica a desarrollar apps y que basó este último hitazo en HQ, también un juego de trivias en vivo pero desde Estados Unidos. Antes de convertirse en lo que es, Ingame supo ser una plataforma de concursos online diseñada para interacturar con los oyentes de Vorterix.
Cierto que cuando uno se acostumbra a participar deja de resultarle maravilloso, pero extrañando un poco la vista es simple volver a la impresión que genera la novedad: es un programa televisivo en vivo en tu celular y podés participar. ¿Qué puertas abre? Bueno, ¿qué tal si Bandersnatch hubiese ocurrido en vivo, acaparando las votaciones de millones de televidentes de todo el mundo en sincro? Para los optimistas, Ingame evoluciona al Preguntados y ofrece un entretenimiento que en alguna medida, floja pero persistente, refrenda el poder del conocimiento. Para los pesimistas, persiste la imagen de los gorditos de Wall-e, tan adiestrados a consumirlo todo a través de una única y narcótica pantalla brillante.